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domingo, 7 de noviembre de 2010

BOFETADAS Y VÓMITOS

¿Por qué será que ahora, el cine, imparable fabricante de clichés, necesita desaguar las emociones intensas de los personajes, aunque sean experimentados policías, a través del vómito cada vez que ven un cadáver?
¿O expresar el deseo irrefrenable y frustrado de una mujer por un nuevo amante (por pocos segundos) a través de una sarta de bofetadas previas al ataque del macho en celo, como si fuese la nueva forma convenida de danza de cortejo?. Primero te pego y luego me besas.
¿Acaso sucede así en la vida real? ¿Alguien lo ha visto?
Ejemplos de lo primero, además de desagradables y pestilentes resultarían tediosos por lo frecuentes en la gran pantalla.
De lo segundo, más agradable todo ello aunque no menos inquietante, pongo las escenas de El Piano, bofetadas por lo demás muy oportunas y convincentes después de la acertada frase, "este pacto nos está convirtiendo a ti en una puta y a mí en un canalla", las menos convincentes pero más sonoras de El paciente inglés entre Christine Scott Thomas y Ralph Fiennes y las inesperadas por lo fuera de lugar, como toda la película entera, eso sí, con muy buena crítica, de Killer inside me, versión made in deep, deep and south USA de un asesino demente al estilo del Javier Barden en No es país para viejos, en versión original igual de imposible de seguir para quien no goce o sufra de un alto nivel de americano texano.
¿Qué tal si buscamos nuevas fórmulas o volvemos a las antiguas, esa maravillosa escuela de lenguaje no verbal que fue el cine mudo?

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