Translate

domingo, 4 de agosto de 2019

COMIDAS DE AMANTE EN SAIGON

Si alguien me hubiera dicho que algún día comería sopa de flores lo habría enviado a paseo.
Pero claro, tampoco estaba en mis planes vivir en Vietnam, y ya llevo casi diez años.
Fin de semana en el campo, sábado al medio día con el ya habitual chao ga, o sopa de pollo con setas y cebollino, con pollo hervido y ensalada de flor de bananero rayada, que ayer fue suplementado con banh xeo, el equivalente vietnamita de la creppe, de cerdo gambas y brotes de soja. Un auténtico festín.
Para no bajar el ritmo, hoy domingo hemos pasado al lau hoa va cua y cua sao toi, o sopa de flores con cangrejo y cangrejos al ajillo, una maravilla de sabores intensos y profundos, el mar en los paladares, y las flores, una exquisitez de otro planeta, el planeta Vietnam.
El postre ha sido prueba de mi ya adaptación gastronómica al país que considero mi hogar. Unas frutas de temporada, el peludo rambután, fresco y dulce, con el pestilente y desafiante durian. Cuando una fruta se protege bajo una armadura puntiaguda ya te está advirtiendo de que solo es para guerreros e intrépidos. Y si por lo que fuera has podido abrirlo, todavía te desafía con un olor a podrido penetrante que ha sido prohibido en hoteles y aviones de casi toda Asia, ya no digo lo que ocurriría en Europa. Alguien llamaría a la policía pensando que hay un cadáver en el armario. Y sin embargo su sabor es una sorpresa, ácido, dulce, de textura mantecosa, como un queso francés ultramaduro, un placer para escogidos. El durian.







No hay comentarios:

Publicar un comentario