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jueves, 31 de julio de 2014

EL ENEMIGO DEL LIBRO DE PAPEL



Sigo con esta serie de reflexiones sobre los libros, cuando aún me duele la espalda por los treinta kilos de libros que me traje de España a Saigón.

Parece que el gremio del libro, el del libro de papel, claro, prefiere demonizar al libro electrónico, al que identifica como su competidor más evidente, más que buscar alianzas.

Desde mi modo de ver, incrementar el número de lectores no será nunca un enemigo del libro de papel. Y la facilidad y comodidad que ofrece el libro electrónico tiene que aumentar el número de lectores por fuerza.

El verdadero enemigo del libro son la falta de lectores, la dispersión, el exceso de otras ofertas, la pereza, la falta de hábito, y no la aparición de un nuevo soporte para contar o transmitir una historia.

En segundo lugar, es posible que estemos metiendo en el mismo saco a los lectores que buscan información o entretenimiento con el área del lenguaje del cerebro, y esos son los que tenderán más al soporte ágil, ligero y económico del libro electrónico (los que antes tendían al libro de bolsillo), y los confundamos con los lectores que disfrutan con la corteza visual. Me refiero a los lectores que miran además de leer. Son los consumidores de libros bien encuadernados, que pesan, huelen, que enriquecen sus páginas con bellas ilustraciones, o con fotografías a sangre o a dos páginas, que intercalan papel de cebolla entre las otras páginas, o sorprenden con desplegables interactivos, o con perfumes, o discos, o simplemente con dibujos de cómic. Sin duda van ahí los libros de arte, los catálogos de exposiciones, la literatura infantil, los cómics en general, los libros de viajes, los atlas. No, el libro de papel no está muerto y no morirá.

Recuerdo magníficos libros de papel que conservaré siempre, tesoros de coleccionista, no por su valor económico, que también, sino por los recuerdos que evocan. Por citar algunos, el sol solet, de Els Comendiants, El Transnarcís, los libros de Carmen y Bodas de sangre del ballet de Antoni Gades, libros de desplegables sobre el cuerpo humano, o The Hunted House, catálogos de arte del museo del Louvre, el Prado, Thyseen-Bornemisa, el Guggenheim de Bilbao, los libros inmensos por peso y tamaño sobre la obra de Leonardo da Vinci y la capilla sixtina del Vaticano, y todos los cómics, todos, el Jabato, el Capitán Trueno, las obras de Norma Comics como CIMOC, las obras de Mezieres y Crispin (Valerian), de Uderzo y Goscinny (Asterix), Maurice de Bevere (Lucky Luke) o Hergé (Tintín).


Larga vida al libro de papel. ¿Cuáles son los vuestros?

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