Dexter, la serie del asesino en serie de asesinos en serie.
Es un forense especialista en rastros de sangre del departamento de policía de
Miami, MIAMI METRO. Cinco millones de seguidores estimados. Desde el primer
momento, cuando Michael H Hall, chico mono, entra en la oficina con la caja de los
mejores donuts de Miami, se intuye que va a haber mucha ironía en la serie. Conforme
progresan las temporadas, la ironía se mantiene constante, una válvula de
escape a la tensión emocional, como en la vida misma.
Personajes
principales
Dexter, inhibido emocional en apariencia, vive en realidad
dominado por la pulsión de matar, de cazar hombres o mujeres de cualquier edad,
en un ritual de sueño y revelación, donde a través de la confesión final de sus
víctimas, intenta comprenderse a sí mismo.
Dexter Morgan, como la Lisbeth Salander de Stieg Larsson
(nació la serie por aquella época, 2008), es outsider, inteligente, torpe
emocional, impulsivo, y vive la vida con un código propio (primera regla no ser
atrapado, segunda, no matar inocentes) en evolución a medida que experimenta
vivencias. Pero la imagen inicial de ausencia de empatía se disipa con la
progresión de la historia. Dexter carece de remordimientos, de sentimiento de
culpa, y no tiene miedo porque nada teme perder, pero no mata inocentes, y
consigue incluso a los ojos de sus colegas, que persiguen al Bay Harbour Butcher ignorando que es él,
aparecer como alguien que se salta las normas para hacer el bien. Vemos su lado
humano a través de la fidelidad a su hermana, que le lleva a matar por ella a
otras personas que le importan, la ternura y preocupación hacia su hijo, y la
aventura de amor real, cada vez que cree poder mostrarse a una pareja sin
necesidad de aparentar, de ocultar el monstruo que cree llevar dentro, su Dark Passenger.
Poco después de ser padre, Dexter descubre que un asesino
en serie puede tener familia, profesión, hobbies, una vida normal, en
apariencia.
Debora
Morgan, abso-fuking-lutely. Fuck es su palabra. Su password, Fucking password. Su asentimiento, fucking yeah!, su aprobación, fucking A! La hermanastra de Dexter
compensa la contención emocional de aquél en un continuo desborde de alegría,
ira, decepción, asombro. Es un personaje atrapado por el código paterno al
igual que Dexter, pero dentro de la legalidad, al contrario que su hermano. Su
historia es universal porque es la de muchas mujeres que parecen condenadas a
escoger relaciones poco convenientes o disfuncionales. Su psique es más inestable
que frágil, y reposa entre el sentimiento de abandono perpetuo por parte de su
padre, que prefiere a su hermano adoptivo, Dexter, y que la lleva al continuo
esfuerzo demostrativo para ganar la atención paterna, el temprano orfanato de
madre, y la incapacidad para penetrar en la mente de su hermano, a quien sabe
cerca en cuerpo y afecto, pero en quien presume una vida aparte.
Mazuka, el forense colega de Dexter, es el punto de máxima
ironía, con bromas tan evidentes o de mal gusto que raya el fetiche, en las que
solo se ríe él mismo, y es un elemento de contraste, acentúa la genialidad y
sobresaliencia de Dexter.
El clan de los cubanos, la Sra Laguerta y el detective
Batista, son el combo de trepadora maquiavélica y el melancólico fracasado.
Junto a ellos otro combo, el Good Cop,
enemigo natural de Dexter, el sargento James Dokes, ex –militar con un pasado
turbio en el Haití de los ton ton macutes, el hombre que sospecha de y busca la
cara oculta de Dexter y cuyo relevo tomará Laguerta, y un Dirty cop, el detective Quinn, dispuesto a venderse por dinero pero
enamorado de la hermana de Dexter. Todos ellos son notas de paisaje de fondo
que contribuyen a dar realidad a la vida policial en Miami, igual que las palmeras
que poda un personaje oscuro, los paseos en yate a los manglares, las pateras
de inmigrantes ilegales, los bares de striptease o los chiringuitos en la
playa.
Recursos narrativos
En cuanto los recursos de guion, doble engaño, combinación
de misterio (nadie sabe) y suspense (espectador sabe, el protagonista o algún
personaje no sabe), uso continuo de expectativa traicionada (la escena que
parece que acabará en bronca termina en felicitación, o a la inversa),
coincidencia de nudos de tensión con cuenta atrás en casi todas las temporadas,
la competencia no declarada entre el departamento de policía y Dexter por
atrapar/asesinar al asesino que compiten también por la atención y complicidad
del espectador, a la vez que algún personaje, que se renueva en cada temporada,
y que acecha a Dexter con la misma ansiedad con que los personajes secundarios
de los comics desean descubrir quién se esconde detrás de la máscara de sus
héroes adorados, sin conseguirlo. El uso del parafraseo es frecuente (los
personajes intercambian y repiten su frases en el curso de una conversación) y
de algún modo ayuda a Dexter, con su inhibición o torpeza emocional, a emplear
frases prestadas para completar las piezas perdidas o desconocidas de su propio
rompecabezas emocional. Un muy apropiado narrador protagonista permite un
espacio enorme para la ironía, y refleja la doble realidad que se opone entre
los diálogos de los personajes y los pensamientos de Dexter. La figura del
padre de Dexter, a modo de padre Hamletiano, también da pie a interesantes e
intensos debates morales o estratégicos, enriqueciendo las escenas con nuevos
puntos de vista.
Un tema importante en la narración de cualquier historia es
la suspensión de incredulidad, aquel crédito que, con mayor o menor conciencia,
le damos al autor en cuanto a la realidad o veracidad de los hechos que narra,
para que la historia funcione. Si bien es difícil creer que un departamento de
Miami coleccione semejante panorama de sofisticados y retorcidos asesinatos y
asesinos en serie, los narradores de Dexter consiguen casi siempre transmitir
veracidad a las historias, salpicadas de datos técnicos creíbles. Y aunque
Dexter parece tener más vidas que un gato, la resolución de los momentos de
peligro es muy verosímil. Además, a medida que avanzamos en la serie, los
conflictos emocionales de los personajes nos interesan tanto o más que las
tramas de suspense de los “asesinos invitados” y eso nos vuelve benévolos,
deseosos de aceptar los puntos del guion que pudieran chirriar.
Temporadas
Otro aspecto de interés es que en cada temporada se tratan
problemas filosóficos universales. Cuando Dexter comienza, es un simpático
forense que lleva donuts todos los días a sus colegas. cortarlos a pedazos. Es
la tapadera de su hobby, asesinar asesinos y Tonight is the night. Acaba de escoger pareja, Rita, because she just as damaged as I am. Todo
encaja en un modus vivendi que lleva repitiendo desde la adolescencia, sin
contratiempos, desde la muerte de su padre. Entonces aparece el mito del doble.
Un asesino que descuartiza a sus víctimas en pedazos limpiamente cortados, sin
sangre. The icetruck killer. El
asesino, que conoce muy bien a Dexter, conseguirá abrir para él la puerta
cerrada de su infancia, que permanecía así tras un shock emocional al
testimoniar la violenta y sangrienta muerte de su madre. Se establece en esa
primera temporada un punto de partida, la búsqueda desesperada de su verdadera
identidad, el atreverse a vivir con un código propio, no prestado o forjado por
las lecciones paternas, sino por sí mismo.
La segunda temporada tensa la cuerda cuando el sujeto de
investigación es él mismo, The Bay Harbour Butcher y Dexter tiene que desviar
la investigación policial mientras avanza en una relación afectiva paralela y
destructiva. El enganche a esa relación es un tema que se repite, la necesidad
de ser aceptado tal y como es. Todavía en esa temporada es incapaz, o las
circunstancias le ayudan, de no tener que desvelar su verdadero yo. Entonces se
debate entre el bien y el mal, su vida de Dr Jeckill/ Mr hyde, como si antes
nunca le hubiera preocupado más que por el hecho de necesitar ocultarse para no
ser atrapado (la primera regla es no ser atrapado). Pone nombre a su necesidad,
su monstruo interior y lo llamará su dark
passenger.
La tercera temporada es la historia del discípulo. Yo
quiero ser como tú. Pero el discípulo se convierte en un aprendiz de brujo, con
lo que conlleva. El caso del skinner,
el desollador, traerá nuevos desafíos a Debora, la hermana de Dexter, su polo
opuesto emocional, que tras una decepción sentimental profunda en las primeras
temporadas, intentará reconstruirse en la relación con un confidente obligado.
En esta temporada y en las siguientes, se pone de manifiesto la
disfuncionalidad legal y moral en el departamento de policía, donde los personajes
muestran sus ambigüedades.
La cuarta temporada es la del Trinity killer, y se aborda
la dificultad de simultanear la vida laboral y familiar, mujer e hijos, con ser
un asesino en serie. El caso del Trinity killer dará algunas de esas piezas
perdidas del puzzle que Dexter necesita para vivir. Sin embargo, su soberbia de
lobo solitario pondrá en riesgo lo que más desea y evidenciará la imposibilidad
de una doble vida segura y permanente. Debora iniciará una nueva relación en
busca inconsciente de su padre añorado.
La quinta temporada pone sobre la mesa el deseo de ayudar a
otro, de arriesgar su vida por la necesidad de venganza de otra persona, algo
que nunca se había planteado Dexter hasta entonces. En “el caso de los barriles
de formol”, se abre el dilema moral de Debra, el ser capaz de comprender la
venganza al margen de la ley, y se repite el anhelo de Dexter de ser aceptado
al menos por una persona. En esta temporada esa persona sabe muy bien qué hace
Dexter, y lo acepta, al menos por un tiempo.
La sexta temporada, en el caso del Dooms Day killer, o el asesino del juicio final, el tema es la religión
o las creencias. ¿O sea, que usted no cree en nada? En esta temporada el cambio
fundamental será la relación entre Dexter y Debora, que ha seguido un proceso
de psicoanálisis y descubre sus verdaderos sentimientos hacia Dexter, y es
capaz de verbalizarlos más allá del , Oh
my God, Jesus Christ and fucking Dexter y llega a la conclusión de que su
hermano no puede cambiar.
La séptima temporada es el amor. Contra todo pronóstico, al
menos a ojos de su padre, Dexter sentirá la angustia de tener que escoger entre
lo necesario y lo conveniente, entre su hermana y su amante, y volver a la
desesperada soledad de un mundo de apariencias, guiado ppor un código de
conducta que cada vez tiene más grietas. También esta temporada lleva a Debora
al máximo asumible de su nivel de conflicto, escoger entre la ley y su hermano,
y hacer estallar en pedazos toda su arquitectura moral.
Y en la última temporada, con la enigmática Charlotte
Rampling, psicoterapeuta familiar, se muestra una relación entre Dex y Deb mucho
más madura, y una relación de amor verdadero como oportunidad frente al
determinismo, siempre presente. La ironía se opone al determinismo que parece
pesar como una losa sobre el protagonista y es un elemento universal más en la
serie, como la complejidad de las relaciones familiares o de pareja, siempre
frágiles, o rotas o violadas, con divorcios, suicidios, fraticidios, parri o
matricidios que dan a la serie un ambiente de tragedia griega.
Y por fin la música, que han tenido a bien de mantener sin
cambios durante toda la serie, los mismos temas, en las mismas circunstancias,
la música de apertura estilo Western de Tarantino para entrar en el capítulo,
la guitarra de tono alegre en las resoluciones de escenas de tensión, la música
cubana cuando se mueven en barca, el vals de fondo para el comentario final de
cada capítulo o escenas de desolación y melancolía.
En conclusión, una obra monumental como thriller psicológico, como espejo de relaciones humanas, como desafío moral, con una factura visual,
musical, de diálogos, y de guion que la convertirán, si no lo es ya, en un
clásico.
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