Leo un artículo de Gregorio Morán, al que admiro por
su inmensa cultura, valentía, y precisión para expresar ideas. Un artículo
sobre el silencio de las preguntas. Cuando siempre ha sido un problema
encontrar respuestas, en España ahora lo que cuesta es preguntar. Desde el
“ahora no toca” de Jordi Pujol hasta las sonoras ausencias del señor Rajoy, que
hasta las comparecencias al congreso se las trae redactadas por sus abogados y
lee sin apartarse un ápice, cual culpable que debe sentirse de algún delito.
“Esto ya lo dije”. “Ya dije cuanto tenía que decir”. La mirada baja, una
sonrisa húmeda, floja, cobarde. La cobardía no es honorable, y desde un puesto
de tanto poder es patética. El buen profesor genera preguntas. Y no solo
preguntas, sino preguntas inteligentes, porque busca respuestas inteligentes,
porque pretende que sus alumnos acaben siendo mejores de lo eran a principio de
curso. Cuando uno evita preguntas, se esconde de algo. Refleja desinterés,
desprecio al otro, soberbia. Tiene miedo. ¿De qué tiene miedo señor Rajoy? ¿Es
ir contra el interés del estado o contra el de usted solo pedirle
explicaciones? Dígalo ya. Cobró en negro como lo hizo Aznar, como lo hicieron
muchos de su partido, agarrados por donde más duele por modestas cantidades
mientras un tipo listo se reía de todos y se apropiaba de fortunas. Quien parte
y reparte…
Estamos cansados de gente en el poder que confunde
el estado con su propia lucha personal, que hace de patria, nación, lengua o
bandera una venda con la que cegar los ojos de la juventud aburrida o
contestataria, o de los resentidos con sus propias vidas. El odio al otro, la
paja en ojo ajeno, los radicalismos y fanatismos, han constituido siempre el
refugio, la huida hacia delante de los desesperados, de quien nada tiene que
perder.
El gobierno de España necesita una renovación
urgente. Menos partidos de ideas, que solo generan embrollos y despilfarros,
hordas de ladrones inmorales, y más profesionales de la gestión que se acerquen
a las circunstancias reales, que resuelvan problemas en lugar de crearlos, los
problemas de la población, no los propios o los de sus socios. Qué podríamos
estar evitando de haber destinado los billones de los rescates bancarios a I+D,
a reducir carga impositiva, a condonar deuda hipotecaria a la población, a
construir centrales nucleares, a subvencionar la emigración como fuente de
apertura mental, a exteriorizar las PIMES, a reconvertir la España de
trabajadores en una España de empresarios, a recortar los cargos políticos, las
subvenciones políticas, a desligar a los sindicatos de las ubres del poder, a desamordazar
al poder judicial y los medios de comunicación.
Rilke aconsejó a un joven poeta que disfrutara de las preguntas porque tal
vez no encontraría todas sus respuestas. ¿De qué podemos disfrutar ahora?
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