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viernes, 2 de agosto de 2013

UN MUNDO EN SILENCIO



He vuelto. Tener un ojo crítico trae sus consecuencias. He permanecido en silencio por circunstancias más que extenuantes, entre ellas un diploma de post-graduación en dermatología, un considerable incremento en horas laborales a la semana y el natural crecimiento en peso, altura y demandas de mis gemelas. 

Pero un calor interno mueve mi mano y me impele a reformular la realidad que llega a mi entendimiento con mis propias palabras, no tanto para informar a otros o para lucir o distraer, como para tratar de comprender yo mismo lo que sucede. Y es que ha sucedido tanto desde que escribí por última vez, que es imposible estarse quieto, dejar de ver y de comentar. 

En el mundo, el silenciamiento sigue siendo la actividad favorita de la delincuencia estatal organizada. Así, desde los gobiernos de Rusia o China o Vietnam hasta el ejemplar gobierno de Estados Unidos, todos coinciden en que atacar, invadir, asesinar, robar, espiar, aprisionar, secuestrar, torturar o envenenar son actos justificables mientras no se hagan evidentes las pruebas a través de una arrepentida confesión. Aquellos héroes suicidas como el soldado Manning o el señor Snowden  que se atreven a difundir hechos condenables por cualquiera que tenga una mínima moral interna, son perseguidos y encarcelados, les son negados sus derechos o simplemente son asesinados. Y desde esos gobiernos tratan de convencernos a base de hallar o inventar datos que menoscaben la imagen de esos héroes o de repetir que semejantes actos de libertad individual constituyen una amenaza para nuestra seguridad, tratan de convencernos de que los delincuentes son los otros porque su moral individual desafía el orden legal, sus reglas del juego.

Mientras, nadie ha juzgado a posteriori a esa gentuza que animó la invasión de Irak, con la consiguiente violación de soberanía, magnicidio del líder, el asesinato de población civil, expolio del país, y todo basado en informaciones falsas perpetradas desde agencias de inteligencia (¿Qué clase de inteligencia?) y animadas, difundidas y defendidas por políticos a sueldo de empresas interesadas en la invasión. Dick Cheney, George Bush hijo, Condolezza Rice, Colin Powell, y una larga lista de sujetos que deben dormir bien a base de creer en un Dios tallado a medida de su conveniencia, o a base de alcohol y pastillas, o quizás porque su desprecio por el resto de seres humanos, “the ordinary people” es hiperbólico.

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