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viernes, 20 de septiembre de 2013

CUANDO EL CAFÉ ES ESTATUS



Resulta curioso que en un país productor de café, tomar café pueda ser un símbolo de estatus. Y es que al menos en Saigón, la gente vive con, de y para los símbolos. Cuando abrieron el primer (creo que único todavía) establecimiento de Starbucks, café a 100.000 VD (5 USD), la cola daba la vuelta a la manzana. Los afortunados paseaban sus vasos de plástico de un bar a otro para tomar sus bebidas en ellos, para mostrar que habían estado allí, que habían pagado por su café más que por ningún otro de la ciudad, o para indicar que están a la “última”.

En Saigón hace años que además de los puestos itinerantes de café callejero (eso no es café), o las cafeterías independientes, proliferan bellos establecimientos de las cadenas Trung Nguyen, Coffee Bean and the tea leaf y Highlands. Además, en múltiples locales venden café Illy o Vergiano.

La sociedad vietnamita, carente de sobremesas largas, entendidas como las reuniones que se prolongan más allá de la comida en la misma mesa o en otra más pequeña, en cómodos sofás o sillones, y que sorprende pues por la brevedad de sus actos sociales, de sus bodas, donde una vez finalizada la comida los invitados desaparecen como por encanto, dicha sociedad se regala en cambio en los cafés y terrazas de Saigón, repletas de jóvenes con más tecnología que cultura y que degustan las variadas ofertas de café caliente o helado.

No me habría llamado la atención este fenómeno que se une a la colección de símbolos de estatus de la ciudad que nunca duerme si no fuera por la anécdota de Nespresso.

Un colega murciano me comentaba que en la calle principal de su ciudad, el establecimiento de la cadena Nespresso compite con bancos (hoy en día nunca mueren), tiendas de ropa de cadenas internacionales y de computadoras (Apple).


Nespresso es símbolo de estatus en la España de los recortes. Un acierto en la popularización del lujo. Puedes comprar una cafetera por 50 euros y tomarte los cafés a 30 céntimos en casa, cada uno con su capsulita de aluminio de colores. En las tiendas te atienden con una gran corrección, te hacen sentir que eres alguien, el cliente con mayúsculas, y te invitan a café. Un pequeño gran lujo en la España humillada por la crisis.




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