Resulta irónico que sea a instancias de la corte del nuevo
zar de Rusia, señor Putin y afines, que se haya suspendido o retrasado el que
parecía inminente ataque internacional (básicamente el gobierno de la Casa
Blanca y aliados de conveniencia) a Siria. Y que fuera a suceder semejante
violación de fronteras y derechos internacionales de la mano de un Nobel de la
paz.
A estas alturas de la historia a nadie debería sorprenderle
la idea de que los principales criminales de la humanidad se sienten en
sillones presidenciales, en salones blancos, rosados o dorados. Han
evolucionado con los siglos, y ya no necesitan matar directamente con sus
manos, basta con dar una orden. Primero aparece un botín a la vista, poder o
riquezas. Luego construyen una mentira, fingen una agresión a las propias
tropas o ciudades o intereses aliados, o impulsan dicha agresión, en el fondo
un motiv o autoprovocación para ir a la guerra. Después otros van a la guerra
con mayor o menor clamor de oponentes en propias filas, sin prestarles el menor
caso. ¿Cuántos españoles le pidieron al Sr Aznar que no fuera a Irak? ¿Qué
atención les prestó?
Es una noticia positiva, obedezca a fines humanitarios (lo
dudo) o a complicados pactos y equilibrios político-financieros (lo más
probable) que la población civil de Siria haya esquivado la masacre. Yo no creo
en guerras limpias, o preventivas, o punitivas, o lecciones ejemplarizantes o
escarmientos. Al final muere quien no debe, y sufren muchos más. Y el mundo en
las cumbres de poder sigue igual, codicioso, temeroso, agresivo, manipulador. Cambian
las caras y los nombres, pero se repiten las motivaciones.
Los mercenarios de Blackwater Security Services, “The
Academi”, que residen en Vietnam deberán resignarse a seguir tomando copas en
los bares “numerados” y billares de la calle Hai Ba Trung en espera de la
evolución que tomen las negociaciones entre los de corbata de lujo y puño de
gemelos. Esperemos que el Nobel de la paz del señor Obama le recuerde para qué
se lo dieron con tanta precipitación.
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