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lunes, 16 de mayo de 2011

MEN ALONE, FOR MEN ONLY

Si bien las historias sobre mujeres, desde el principio de mi vida en Vietnam, me parecieron curiosas y atractivas, las historias sobre hombres han empezado a llamar mi atención no hace tanto, tal vez por ser más previsibles, tópicas o repetitivas. Y si las primeras las descubrí en la calle por sus rastros de perfumes, movimientos sinuosos de colores vivos, indicios de intenciones, rostros disimulados, perfiles equívocos, todo promesas o esperanzas, las segundas se me muestran en espacios cerrados, evolucionadas en el tiempo, como si hubiésemos abierto el libro por la mitad, más allá de la introducción, adentrados en el nudo, tal vez cerca del desenlace, de relatos de amor con final feliz, o con triste retrogusto, de tramas de redención, o apologéticas con final positivo, o negativo.
Son historias de hombres solos, donde el protagonista se muestra en la etapa de las consecuencias, con sus enfermedades de Afrodita, con frecuencia reincidentes o con sus ansias semiocultas de ver cumplidos, un poco tarde ya, sus más primitivos deseos. Aparecen con sus Evas de larga melena negra, cogidas de la mano, que intentan no convertirse en la mujer de Lot, o me hablan de un Adan desconocido que les atacó la retaguardia la noche anterior, errores de Noe al emparejar colores, edades o sexos, como los de una asistenta de hogar distraída, cuando despareja los calcetines familiares. Unos piden remedios, otros piden refuerzos, pero nadie parece dispuesto a renunciar al placer. Algunos añoran a sus familias, mientras sacrifican cumpleaños infantiles no presenciados, pero la oportunidad de un sueldo de expatriado es demasiado tentadora para renunciar a ella. Viven en habitaciones de hotel, lujosas en objetos, carentes de sonrisas cálidas, rodeados de artificiales protocolos de bienvenida y bufetes de desayuno multinacional. Pisan más pasarelas de avión que avenidas en las calles, entre despachos y relucientes coches choferizados. Otros han abandonado a su familia por una tentación más oscura y se pasean por el Sudeste asiático entre pastillas para el reuma y otras para alargar la erección. Les acompañan Lazarillos hembra, sustituto de hija y mujer a la vez, Lolitas asiáticas, que agradecidas por los regalos, les devuelven un cariño epidérmico, rápidamente devaluable o intercambiable.
A veces los observo en las barras de los restaurantes japoneses, con los palillos en la mano derecha y un comic en la izquierda. Una mujer se acerca y dice suavemente, do you need a girlfriend for tonigth? Son hombres solitarios, hombres solos, con sus historias solo para hombres.


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