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miércoles, 11 de mayo de 2011

LEONES SOBRE RUEDAS

          Hace ya mucho tiempo que leí una historia bella y triste, la de un viejo que se hace a la mar con el propósito de pescar un gran pez. Tras muchas penas y privaciones, un día consigue su objetivo y captura un hermoso ejemplar. Pero cuando toma el rumbo a casa, al poco advierte en el agua un hervor, un encrespamiento a lo lejos, el refulgir de los lomos ya más cerca, el chapoteo de las colas junto al barco, la emergencia de aletas grises primero y blancas mandíbulas de afilados dientes después. La sangre corre, el remo golpea hasta que se rompe, el viejo lucha hasta que se agota. La batalla es desigual, el hombre contra la naturaleza, la abundancia contra el hambre, la soledad contra la organización. El regreso a casa es triste. Una victoria agridulce. Cazó al pez, pero no pudo disfrutar más que de su entierro.
Los camiones surcan las carreteras de Vietnam como torpes escarabajos, caravanas multicolores, con sus rugidos, sus estertores, las interminables colas. El camionero es un ser primitivo, solitario, a menudo autónomo, a veces violento. Su instinto le lleva a comer donde se come bien, a dormir donde puede y a evitar los peligros. Pero, como los grandes rebaños que cruzan el Kalahari en los cambios de la estación seca a la húmeda, son conscientes de que su tránsito atraerá a los depredadores.
El depredador aquí no es solitario, caza en grupo. Los trayectos de los camiones son bastante predecibles, y los cazadores, leones del asfalto sobre motos blancas, solo tienen que seguirlos como los balleneros a sus presas. O ni siquiera eso: se llaman unos a otros, y esperan a la caravana en los puntos críticos. Las empresas camioneras saben que los viajes tienen un precio, un coste extra, como siempre ha sido en el mundo del comercio. La cuestión es minimizar las pérdidas, pactar con el jefe de la manada antes del viaje, para que sus leones de pardos uniformes muerdan lo justo y llegado el caso, escolten a los camiones y los protejan de las hienas. Un trayecto de Ho Chi Minh City a Hue cuesta un sobre de más de 100 euros. Nuevamente la batalla es desigual e inútil: el hombre contra la naturaleza del hombre, la abundancia contra el hambre, la soledad contra el delito organizado.


4 comentarios:

  1. Hola Ruben, es eso cierto, lo que describes?
    Estoy leyendo una especie de memorias de Paul Auster. ¿Sabías de sus coqueteos con la traducción de poesía vietnamita? Un beso!

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  2. Es bien cierto, como que lo estoy sufriendo en mi piel. Desconozco las aficiones de Paul Auster. Lo ultimo que lei de el fue Invisible, una historia que me intereso poco, pero magnificamente escrita. Ahora estoy con EL GUION, de Robert McKee. Seguro que ya lo has leido. MUY RECOMENDABLE. Besos

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  3. Hola Rubén! Soy Rocío, del blog Viento del Este, Viento del Oeste. He visto el mensaje que me has dejado, voy a pasarle tu blog a Paco, que gestiona el blog de Españoles por el Mundo, seguro que estará encantado de incluirte. Ah, y enhorabuena por tu blog, me encantó Hanoi, así que lo seguiré! Saludos!

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  4. Muchas gracias Rocio. Estamos en contacto. Mi mail, questesbien@gmail.com.
    Saludos!

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