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viernes, 28 de enero de 2011

CUANDO LA CIUDAD RUGE

La ciudad ruge con su propia voz, que apenas calla unas horas de madrugada. Motoristas suicidas juegan a esquivar retrovisores mientras chicas acuclilladas comen o beben en las aceras. ¿Pero qué hora es? Aquí comen todo el día. Banderas rojas con la hoz y el martillo miran con indiferencia a los bulldozers que destruyen edificios históricos del centro de la ciudad para dar paso a grandes rascacielos. El edificio Eden de Le Loi con Nguyen Du ha caído en tan solo cuatro semanas. La historia se reconstruye, la ideología se moderniza, los símbolos se mantienen pero no se aguantan. La cartelería de propaganda usa iconografía de entreguerras y se enfrenta sin éxito a las radiantes modelos de Chanel o Bulgari y oculta a sus espaldas los cascotes de pequeños comercios expropiados por manos oscuras que trafican dádivas en nombre del interés común, solo que común a unos pocos. En las paredes del mercado de Ben Than, el más popular y concurrido de la ciudad, carteles luminosos contienen frases hermanatorias intraducibles y menos aceptables para el que tenga los ojos abiertos. Sobre un paisaje de rascacielos sigue el mensaje unionista, como si los constructores y promotores o incluso los propagandistas tuvieran algo que ver con la señora sentada ante el letrero, la cara arrugada, acuclillada ante unas bandejas de hoja de plátano seco en las que se acumulan huevos de codorniz, cacahuetes y mango verde, o la del carrito de arroces multicolores, o el que se rodea de almanaques y sobrecitos rojos y dorados para celebrar el nuevo año, el año del gato. Pero está muy claro quién es el gato y quienes los ratones.



1 comentario:

  1. Se entrevé un cielo perturbado por allí donde tú estás. Por aquí, esperando tu segunda novela...

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