Los puntos débiles
por tradición en
la lucha son los que aparecen en este esquema. Sin embargo, como ya
adivino' Homero hace milenios, los oídos
son uno de los puntos ma's vulnerables (Ulises protegio' los o;idos de sus remeros contra el canto de las sirenas y se amarro' a un ma'stil para evitar sucumbir al hechizo de las palabras) .
También
Shakespeare lo sabi'a, y con sus words, words, words, atormentaba la
mente de Hamlet, y la mujer del rey Lear sentencio' a muerte a sus
enemigos, a su
marido y a si'
misma. Javier Marías
recuerda hasta el tedio que uno puede no escuchar, pero nunca olvidar
lo ya oído.
La vulnerabilidad al efecto de la
palabra es grande, y con excepción de políticos y cínicos (no es
lo mismo?) uno se siente atrapado no solo por lo que escucha sino por
lo que dice. La palabra dada. Somos gente de honor.
En los últimos tiempos he podido
descubrir un tópico universal (soy un poco lento). Es el de la
buena-mala amiga, la persona próxima y que creemos que alberga
buenas intenciones pero que en realidad hace ma's mal que bien. Es
posible que lo haga por envidia, o por deseo de conseguir con su odio
universal una venganza en la piel de otra persona que no pudo
conseguir por si' misma, incluso puede que est'e revestida de
peligrosas buenas intenciones (yo solo quería ayudar, dijo la
hormiga). Lo cierto es que vierte el veneno de sus palabras en el
oído de nuestro amigo o nuestro cónyuge y desde entonces, como
preso de un filtro hipnótico, cambia su voluntad y su valoración de
las cosas y, por un tiempo o para siempre, se vuelve insoportable.
En pocos meses he visto
separaciones, y he sufrido desapariciones de amigos por esas palabras
venenosas que siembran la duda, como le ocurrió al desgraciado moro
de Venecia, Otello, que comercio' amor por odio, e'l que había sido
tan agraciado por la compañía de una buena persona.
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