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sábado, 3 de marzo de 2012

PELUQUERÍA Y CARNE PICADA



                     Oigo un ruido. Una moto caída, bolsas de carne por el suelo. Unas con carne magra, otras chuletas o hígados. Parece el botín de un destripador. El conductor aprovecha el accidente para seleccionar aquella que debe entregar al hotel de enfrente: chuletas. Al mover la moto para marcharse, cae de nuevo y desparrama su carga sobre la acera, bajo el sol. No es carne picada sino batida, revuelta, accidentada. De nuevo recupera las bolsas, que no derraman ni una gota, y desaparece. Un chico vende buñuelos que transporta sobre la cabeza, los limpiazapatos atacan mis pies pero los repelo. Espero al peluquero, el gran Dức de Thu Khoa Khuan, junto al mercado de Ben Than.
                     Es la estrella, y se permite tener a cinco chicas de traje tubo, falda corta negra, mariposeando junto a su guacamayo azul amarillo mientras desayuna. Las pseudoviudas también aprovechan para comer o desayunar (en Vietnam nunca se sabe) frente a los clientes, y en la tienda nadie trabaja. En la calle reina un ruido infernal de motores, claxons, gritos y chirridos, y frente a mí, otros salones de belleza, igual de vacíos, sus chicas de falda corta y muslos prietos en la entrada, contorneándose como los tentáculos de una gran anémona marina, para atraer a sus víctimas que no llegan.

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